Alfredo Espinoza

Por el tiempo en que en Francia fue conocido como “el chileno del saxofón”, Alfredo Espinoza estaba aún muy lejos de pasar a ser la leyenda viviente del jazz nacional que terminó siendo. Mientras en Santiago y Valparaíso (su ciudad natal) su nombre no significaba más que la asociación entre dos palabras, según narran las crónicas en Buenos Aires y París su figura era “mitológica”. Su muerte a los 72 años, en 2015, tras un largo retiro de la música, golpeó a la comunidad musical que vio partir a una figura ineludible, la más importante del jazz chileno para muchos entendidos y para los propios músicos. Espinoza era dueño de una brillantez inventiva sobre el saxo alto como si hubiera sido un Charlie Parker perdido en el tercer mundo. De hecho, una bitácora de erráticos zig-zags y la lucha frente a un trastorno mental fueron finalmente —como ocurrió también con Bird— razones válidas para entender cómo fue que Alfredo Espinoza llegó a tocar el saxofón de la manera en que lo hizo por cuatro décadas y a transformarse así en el genio del jazz chileno.